Publicamos en nuestro espacio la réplica de David González Corchado, Académico de la Real Academia Hispánica de Filatelia e Historia Postal, y miembro de la Junta Directiva de nuestra Asociación Cultural Filatélica y Numismática Cacereña, en relación al malintencionado artículo publicado hace algunas fechas en un Blog filatélico por un afamado investigador postal.

En nuestra opinión, debatir, discutir, enfrentar distintas ideas, dentro del ámbito académico, no sólo es acertado sino que se vuelve cada vez más conveniente. Sobre todo cuando de un mismo asunto pueden aportarse distintas visiones. La rivalidad de estas ideas o concepto no pueden, sin embargo, situarse en el plano personal ni mucho menos buscar la descalificación del otro aun cuando no estemos de acuerdo con ellas. De eso se trata, de debatir desde el respeto a la persona y a su trabajo. Con el consiguiente derecho a réplica. Con luz y taquígrafos.

Brindamos nuestro espacio para que aquellos investigadores, historiadores o aficionados a la Filatelia que lo deseen puedan debatir, contraponer ideas, libremente, sin censuras, sobre el fondo de la cuestión que no es otro que “El correo de la Orden del Temple”.

El Administrador de Norba Filatélica


imageJosé Mª Sempere vuelve a encarnar el papel de un amargado y resentido Salieri condenado al ostracismo, tal y como lo interpreta magistralmente F. Murray Abraham en la película “Amadeus” de Milos Forman (1984).

Una vez más trata de hacer un vano intento para salir de la irrelevancia en la que se encuentra sumido, desde que voluntariamente abandonó la Real Academia Hispánica de Filatelia e Historia Postal; decisión de la que, no me cabe duda, aún se sigue arrepintiendo.

Encaramado en su tribuna virtual, una web privada donde publica a placer cuanto le viene en gana, ya sean interesantes artículos de filatelia o historia postal, o descalificaciones dirigidas a personas o entidades (en función de sus apetencias e intereses personales), se permite actuar como un Ser Supremo que discierne lo que está bien de lo que está mal en el campo de la investigación postal. Desgraciadamente para todos, excepto para él, dicha web no admite comentarios, por lo que no ofrece la posibilidad de réplica a los aludidos en sus artículos, quienes suelen permanecer en la más completa indefensión.

En esta ocasión la ha tomado con la supuesta falta de rigor de EL ECO, ilustrándola con una serie de artículos en los que pretende poner en evidencia a algunos de sus colaboradores habituales, con el fin aparente de dañar esta publicación, por razones que, al menos a mi, se me escapan. El último de los mencionados libelos se denomina “Claros y veraces”.

Desde muy pequeño, mis padres me educaron para que no consintiera nunca el abuso del llamado “matón de patio”, al que me recuerda mucho el estilo con el que Sempere se suele dirigir a otros investigadores o compañeros académicos cuando escribe sobre ellos (y eso que últimamente ha moderado un poco su lenguaje). Por esta razón me he decidido a escribir (con mucha pereza, por cierto), ya que si guardara silencio ante este hecho, el autor podría interpretarlo como cobardía o conformidad con lo que expresa, por lo que podría acabar tomando la costumbre de usarme como diana de sus crueles ataques, como ha hecho con otros en más de una ocasión. A los abusones hay que pararles los pies desde el primer momento para que aprendan la lección.

Para comodidad del lector, incluyo el artículo referido en la parte en que se me alude directamente:

Claros y veraces
Por José María Sempere


El mes pasado publicábamos en Filatelia Digital el artículo “Precisar para no confundir”. Era una llamada a ser rigurosos en base a los supuestos errores que contenía un artículo de la revista El Eco Filatélico y Numismático.

Después de leer el número de este mes, se pone de manifiesto la necesidad de insistir en que El Eco debe hacer autocrítica e intentar ser lo más claro y veraz posible en sus contenidos, porque el problema no es de un texto en particular, sino algo más o menos generalizado. Veamos algunos ejemplos de la revista de mayo con afirmaciones, términos o conceptos manifiestamente confusos, inciertos o mal expresados:

1.- En una amplia reseña se da cuenta de la conferencia pronunciada por el miembro de la Real Academia Hispánica de Filatelia David González Corchado sobre “La Organización Postal del Temple” (un tema que fue publicado en cuatro entregas en RF, la revista de Edifil.

Ya el título incorpora un concepto erróneo, porque no existió semejante organización postal. Según la RAE “organización” es una “asociación de personas regulada por un conjunto de normas en función de determinados fines” y como explica el propio autor, únicamente ha hallado testimonios de individuos que transportaron las cartas, pero en ningún caso de un organismo o institución.

La crónica añade: “A partir del estudio de antiguos documentos, David ha conseguido reconstruir la arquitectura de los antiguos sistemas de transmisión de la correspondencia creados por la Gran Orden del Temple” (sic) (…) Por lo general, la mayor parte del trabajo es una continua sucesión de supuestos, hipótesis, conjeturas, presunciones e interpretaciones en muchos casos, cuando menos, discutibles y efectuadas a partir de lo ya publicado anteriormente por diversos historiadores.

(…) casi por casualidad encuentra una carta de Jacques de Molay”. Si eso fuese cierto, sería un extraordinario descubrimiento, pero mucho me temo que se estará refiriendo al hallazgo en 2014, de Beatriz Canellas, Jefa del Departamento de Descripción del Archivo de la Corona de Aragón (ver). Es significativo que de un hallazgo como el mencionado no haya reproducido ni una imagen en su trabajo.(*)

La difusa vaguedad en la cita de las fuentes por parte muchos contribuye a interpretaciones equívocas. Así sucede con quienes no dejan de hacer referencia a archivos de documentación medieval que jamás pisaron (entre otra razones porque es para ellos ininteligible la escritura de la época por carecer de los mínimos conocimientos de paleografía) y dan a entender que han estado una ingente cantidad de tiempo investigando en ellos.

Debo decir que desde que el artículo fue publicado el pasado 9 de mayo, he escrito a su autor hasta tres correos electrónicos invocando mi derecho a defenderme de dichos comentarios que considero falsos y exigiendo rectificación, peticiones que sistemáticamente se me han negado. Tras una primera contestación alegando que mi respuesta era demasiado extensa para ser publicada, volví a reenviarla tras reducir significativamente su extensión, no obteniendo jamás contestación a ese segundo correo.

Es evidente el deseo del señor Sempere de ejercer una censura al no permitir contestaciones a los artículos publicados en su blog que pudieran llegar a poner en evidencia su “profunda y dogmática sapiencia”. Todo un ejercicio de pluralidad, rigor y democracia, como el lector podrá percatarse.

A continuación expongo la contestación no publicada por José María Sempere en la que me defiendo de sus acusaciones y cuestiono sus motivaciones:

Resulta muy extraño que el autor de este blog se centre en atacar a EL ECO por la falta de rigor de un artículo que publiqué en su día en “RF”, solo porque contiene una reseña sobre la charla en la conferencia de SOFIMA. Esta conducta me hace pensar que lo que se busca realmente es perjudicar a EL ECO, atacando a algunos de sus colaboradores habituales acusándolos de falta de rigor, y no a “RF” publicación que evita mencionar durante toda su crítica. No querría creer que la verdadera causa de su rabia sea que el director de EL ECO, harto de sus “peculiaridades”, decidiera prescindir de su colaboración, y haya dejado de publicar sus opiniones… De ser esta su motivación estaríamos ante un intento de manipulación dirigido a los lectores de su blog para crear en ellos una opinión desfavorable hacia la revista EL ECO, lo cual diría muy poco en positivo del señor Sempere al mezclar sus propios intereses personales y animadversiones con unas opiniones que pretende revestir de objetividad. No obstante tampoco puedo dejar de decir que estos comentarios podrán ser interpretados como una “sucesión de supuestos, hipótesis, conjeturas, presunciones e interpretaciones”.

Centrándonos en el objeto de sus críticas, lo primero que se ataca es el título de la Conferencia “La Organización Postal del Temple”, tildándolo de poco riguroso al incorporar, según su criterio, el concepto erróneo “Organización”, que según el Diccionario de la Real Academia Española (RAE) consiste (en una de sus cuatro acepciones) en la “asociación de personas regulada por un conjunto de normas en función de determinados fines”. Es evidente la manipulación que se hace al utilizar esa tercera acepción de la RAE, obviando la primera: “Acción y efecto de organizar u organizarse”, o lo que es lo mismo: como organizaron los templarios un sistema de postas al servicio de la transmisión de noticias y correspondencia en el seno de su orden. En todo caso, y en mi opinión, ambas serían perfectamente válidas para expresar lo que pretendo hacer ver en la conferencia; en la que, además, dejo claro y de manera literal que hablar de un “sistema postal” en aquellos años de la Baja Edad Media es una “licencia poética” que me concedo.

Posteriormente, pasa a criticar y a restar mérito a las interpretaciones que hago a la hora de elaborar las teorías y conclusiones sin aportar ninguna otra explicación alternativa o argumentar, al menos, la razón de que no le parezcan plausibles mis deducciones… Como puede verse, en ningún momento rebate o anula nada del contenido del artículo, simplemente lo descalifica en abstracto.

Todas ellas las tilda de “supuestos, hipótesis, conjeturas, presunciones e interpretaciones” ¡Pues claro que son hipótesis, interpretaciones, supuestos y conjeturas, señor Sempere!. Por desgracia aún no se ha descubierto en ningún monasterio cisterciense el “Manual de instrucciones del empleado de correos del Temple”, por lo que al investigador no le queda más remedio que interpretar las fuentes y sacar sus propias conclusiones. Es muy respetable que el autor de la crítica las pueda compartir o no, pero no se puede acusar de no hablar de certezas absolutas cuando nos estamos refiriendo al siglo XIII.


También comenta que no se aporta nada nuevo a lo ya publicado con anterioridad. Me gustaría que se me mostrara alguna publicación, ya sea nacional o extranjera, donde siquiera se insinúe algo relacionado con el sistema de comunicaciones postales empleado por los templarios. Creo que en todo momento escribo sobre una cuestión inédita basándome en fuentes conocidas o ya publicadas. ¿Hay algo malo en ello?.

david
A continuación presta atención al descubrimiento casual que hice de una carta de Jacques de Molay, dando a entender que yo afirmo haberme topado con la carta original, cuando queda meridianamente claro en la conferencia que lo que encontré es la imagen de la carta sacada del Portal de Archivos Españoles (PARES), la misma que describe en 2014 la jefa del Departamento de Descripción del Archivo de la Corona de Aragón, que me acusa de ocultar, a pesar de que la cito expresamente al final del artículo en la bibliografía consultada: “Hallazgo de una carta inédita de Jacques de Molay, último gran maestre de la orden del Temple. Barcelona, ACA, 2015”.

Después, la emprende contra el supuesto hecho de que no incluyo una imagen de dicha carta, sin comprobar siquiera que la carta en cuestión se encuentra recogida tanto en la página nº 2 de la segunda entrega del artículo (“RF” julio y agosto 2016) como en la diapositiva n.º 16 de la presentación de la conferencia de SOFIMA, a la que además me refiero explícitamente en la misma. [Sobre este punto, y tras recibir mi e-mail de respuesta, incorpora una tímida rectificación sobre la que volveré más adelante].


Por último, se centra en otorgarme una deliberada vaguedad en las fuentes citadas en las que baso mi artículo, para atribuirme una imagen de erudito en la materia, que ha viajado en persona al Archivo de la Corona de Aragón en Barcelona para poder descifrar, con mis altos conocimientos de latín vulgar y paleografía medieval, los textos de las cartas templarias. Si se hubiera molestado en ver y escuchar la conferencia, cuya crónica contenida en EL ECO tan virulentamente critica, se habría dado cuenta de que narro de una forma bastante descriptiva y divertida el “making of” de la investigación, explicando con todo lujo de detalles cómo pude hacerme con las imágenes de las cartas objeto de este estudio. Hablo de las peripecias vividas en mi búsqueda del libro “Secretum Templi” (con cuya imagen ilustra su artículo, lo mismo que hago yo en la diapositiva n.º 3), y que contiene unas reproducciones facsimilares de las cartas templarias. Así como la forma en la que me hice, al fin, con las tan anheladas imágenes. O la suerte que tuve al comprobar que todos los frontales de los sobrescritos de las cartas se encontraran transcritos por expertos paleógrafos del Archivo de la Corona de Aragón; y el contenido de su texto interior resumido. En la propia conferencia yo mismo reconozco mi ignorancia del latín… e incluso del catalán medieval.

Hasta para hacer una crítica destructiva, como la que se hace en este blog, es necesario realizar el mínimo esfuerzo de informarse antes. Ya no voy a pedirle a este señor que tenga la deferencia de leer, libre de prejuicios y atentamente, el artículo y la bibliografía que lo acompaña, sino que vea al menos la conferencia (que está al alcance de todo el mundo) y que es evidente que no se ha dignado en escuchar antes de escribir su crítica; o cuanto menos escriba directamente al autor, por mínimo sentido de cortesía, y le exprese lo que opina en privado antes de sacar el artículo, para conocer si tiene, o no, algo que decir en su descargo. A veces las formas son tan importantes como el fondo.


En conclusión: Nunca he visto una crítica sobre la falta de rigor de otro investigador, tan falta de rigor como esta. Aconsejo a su autor que la próxima vez haga los deberes antes de opinar.
Tras el envío de este e-mail añadió una tímida rectificación en su texto:

(*) Rectificación: Con esta fecha (15 mayo 2017) y con el ruego de su publicación, David González Corchado me comunica el error que he cometido al no constatar cómo él mismo ya había hecho público en la conferencia que la carta de Jacques de Molay que no era un hallazgo suyo, sino de Beatriz Canellas y que sí la había reproducido en el artículo de RF. La causa del error (que no sirve de justificación) está en que la imagen publicada era sólo una parte del frente de la carta: otra muestra (esta vez para mi propio escarmiento) del detenido examen con el que se debe acometer el estudio de los temas históricos.

El supuesto “ruego” al que alude en su tendenciosa rectificación, es la exigencia de que publique el texto que se encuentra redactado en “negrita”, en el que, como se puede observar, no solo le pido rectificación sobre el aspecto al que alude, sino de cada una de las opiniones que vierte sobre mi artículo. Es curioso como el señor Sempere manipula la realidad dando a entender que lo único que he podido rebatirle es sobre esa cuestión, como si diera mi conformidad al resto de sus comentarios. Con esta rectificación, ¡¡en la que incluso aprovecha para justificarse él mismo!!, pretende ofrecer una imagen de un blog plural que acoge de buen grado cualquier tipo de réplica de sus lectores, cosa que es falsa.

Para finalizar añadiré que ya que el señor Sempere se encuentra tan sensibilizado con la falta de rigor del resto de estudiosos de Historia Postal e interesado en el debate y confrontación de ideas, le ofrezco desde estas líneas la posibilidad de que me brinde siquiera un huequecito en su blog, para presentarle no ya uno, sino cinco artículos sobre Historia Postal firmados por él mismo, en los que pondría de manifiesto importantes errores, por no decir disparates histórico-postales. ¿Estará dispuesto a recoger el guante?, visto lo visto, seguramente no.


imageDavid González Corchado
de la Real Academia Hispánica
de Filatelia e Historia Postal