La primera moneda que se conoce con la leyenda "HISPANORVM" (de los hispanos), se acuñó en la ciudad de Murgantia, pero, ¿por qué la primera moneda con esta leyenda referida a Hispania se acuña en la actual Italia, concretamente en una ciudad ubicada en isla de Sicilia?

La moneda en cuestión se acuña pues, en Murgantia, entre finales del siglo III y principios del siglo II antes de Cristo, después de que esta ciudad fuese concedida a mercenarios Hispanos por parte de Roma, con motivo de su intervención definitiva en la toma de la importante ciudad de Siracusa.

Ya asentados los hispanos en dicha ciudad, se emitieron diversas monedas que contenían la inscripción latina "HISPANORVM”, e incluso en algunas de ellas acuñaron en el reverso la figura de un lancero a caballo ¿os suena de algo?

De hecho, esta moneda ha llegado a ser considerada por algunos estudiosos hace tiempo como el origen de la acuñación del jinete ibérico, datándola en fecha anterior a la primera moneda celtibérica acuñada en Hispania con este motivo, y situando el antecedente del jinete con lanza utilizado en las cecas celtibéricas en las monedas acuñadas por Hieron II en Siracusa, y en los dilitron de plata acuñados en Murgentia entre los años 215 y 212 antes de Cristo, con la leyenda SIKELIOTAN.

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Por mi parte, y con independencia de cuestiones de fechas, cuyo análisis pormenorizado excede el objeto de este artículo, me inclino por la opción de que el modelo del jinete lancero lo conocían los mercenarios hispanos aposentados en Murgantia por su previa acuñación en cecas celtibéricas de Hispania, donde este modelo era común y utilizado en varias cecas y territorios, ya que es más plausible que el modelo fuese exportado desde un origen y ámbito más o menos extendido, a que fuese importado a Hispania desde un origen y ámbito absolutamente local, como sería una única ceca en Murgantia, o incluso en Siracusa.

Según las fuentes que he consultado, existen al menos siete series de esta ceca de Murgantia con la leyenda HISPANORVM:

A continuación, se incluyen algunas de las monedas conocidas acuñadas en Murgantia con la leyenda HISPANORVM:

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Los acontecimientos históricos a los que debemos la acuñación de estas monedas se producen durante el reinado de Hieron II de Siracusa (274 a 216 A.C.), y constatan que la célebre frase Roma traditoribus non praemiat, supuestamente pronunciada por el procónsul Quinto Servilio Cepión en el año 139 a. de C. para no pagar a los autores del asesinato de Viriato, no pasa de ser un mito, alejado de la realidad histórica, o más bien, un intento de los cronistas de la época por embellecer a Roma y exaltar su honorabilidad.

De hecho, en la historia de la Roma antigua existen múltiples ejemplos de recompensas de toda índole a cambio de un... digamos... "oportuno cambio de parecer". Y uno de los que mayores consecuencias tuvo fue el protagonizado por Moericus, un mercenario hispano que además de originar la acuñación de la moneda con la leyenda “HISPANORUM”, se convirtíó en el primer hispano en conseguir ciudadanía romana.

Procede en este punto explicar por qué existía una población hispana en la ciudad de Murgantia, en la isla de Sicilia, y con tanta relevancia como para incluir en las acuñaciones una referencia a su patria de origen.

Nos situamos en Siracusa, aproximadamente en el año 212 antes de Cristo, la ciudad estaba controlada por los cartagineses, y se encontraba asediada por el ejército romano al mando de Marco Claudio Marcelo. Siracusa, además de contar entre sus residentes ilustres con un tal Arquímedes, tenía entre sus defensores a un grupo de mercenarios hispanos, que eran mandados por un caudillo llamado Moericus.

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ciudad a pesar de que lo llevaban intentado desde hacía bastante tiempo, y empezaban a desesperar, entre otras cosas, porque a pesar de su indudablemente mayor poderío militar, la ciudad se defendía utilizando ciertos ingenios y máquinas diseñadas por Arquímedes desconocidas hasta entonces, y capaces de frenar a los romanos en seco (y en mojado, si damos crédito a la quema de los barcos a través de potentes lupas).

Tal era la desesperación de los romanos, y su poco crédito en sus tácticas militares frente a la defensa de Siracusa, que fueron enviados hasta allí otros mercenarios procedentes de Hispania, con el fin de convencer a sus compatriotas de unirse a Roma. Entre estos últimos se encontraba Belligenus. (Liv. XXV 30, 2, y XXVI 21, 13).

No es el objeto de este escrito entrar en detalles militares, por lo que solo nos interesa señalar sobre este particular, que Moericus fue convencido por Belligenus, con argumentos que relata también Livio (Liv. XXV 30, 3), y que, ocultando su cambio de bando ante los defensores de Siracusa, terminó por facilitar la entrada de los romanos en la ciudad, y la definitiva victoria de estos.

Marco Claudio Marcelo recompensó a Moericus con 500 yugadas de tierra, (y se cree que también les ofreció a sus soldados con otras tierras, al igual que a Belligenus), y no dudó en afrentar a los siracusanos concediéndole a Moericus el honor de celebrar a su lado la victoria en la tradicional ceremonia por el triunfo, en la que Moericus recibió una ovación como muestra de su determinante actuación en la toma de Siracusa.

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Livio, al describir la pompa triunfal de Marcellus, dice: “Llamaba la atención, también un espectáculo no menos curioso: precedían a Marcellus, Sosis, el siracusano, y Moericus, el español, ornados ambos con sendas coronas áureas. De ellos el primero había conducido de noche a los romanos para entrar en Siracusa, el otro habíales entregado Nasos y su guarnición" (XXVI 21, 9-10).

No solo esto, sino que se concedió a los mercenarios hispanos la ciudad de Murgantia, y al mismo Moericus la ciudadanía romana, siendo, como ya se ha dicho, el primer hispano que recibía este honor.

También describe Livio la concesión de la ciudad de Murgantia a los hispanos: "Murgantia y su territorio fueron asignados a los españoles en conformidad con las disposiciones de un senatus-consultum" (... Murgantiam Hispanis, quibus urbs agerque debebatur ex senatus-consulto, attribuit. Liv.XXVI 21, 17).

He aquí, en definitiva y a grandes rasgos, los acontecimientos y vicisitudes que originaron la acuñación de la primera moneda con la leyenda HISPANORVM, y la prueba de que Roma si pagaba a los traidores, eso sí, solo cuando le interesaba.

Escrito por:
Francisco Javier Maqueda Vega